Las empresas en el pasado tenían siempre a una persona que se dedicaba a “bancos”. Podía ser un administrativo especializado, el asistente del contador, el cadete, el dueño, un familiar del dueño… siempre dependiendo del tamaño de la empresa. Ir al banco implicaba largas filas, saber cuándo entrabas pero no cuándo te ibas.
El banco del futuro es bien distinto. De hecho, podemos decir que el futuro ya llegó y cada vez menos gente va al banco. La mayoría de las entidades reformaron en los últimos años sus sucursales para adaptarse a las nuevas realidades: más espacio para cajeros automáticos, más lugar para circular, sin espacio para hacer fila y con prioridad en la atención al cliente.
Estos son algunos de los puntos que van a cambiar en los próximos tiempos:
Sin ir a la sucursal
Hoy en la mayoría de las entidades se puede hacer el 95% de los trámites online y en cualquier horario. Pagos de cuentas, transferencias bancarias, inversiones, compra y venta de divisas. El banco físico sólo quedó para depósitos y atención al cliente. Es decir: lo muy tangible y lo muy intangilble.
Firma digital y contratos inteligentes
El home banking no es una novedad sino que viene instalándose desde hace muchos años. Pero desde 2016 una serie de nuevas normativas de digitalización del Banco Central aceleraron nuevos cambios, como por ejemplo la posibilidad de firmar digitalmente a distancia. Para esto es clave la denominada firma biométrica. En la sucursal se digitalizan las firmas en dispositivos móviles (similares a una tablet) y luego un software interpreta distintas características de esa rúbrica: la presión, aceleración, velocidad, inflexiones y el ángulo. Aunque no firmes tres veces de la misma manera, esos datos se mantienen intalterables. Eso permite que después, cada vez que se haga un trámite, la firma se valide en segundos. Lo mismo aplica para la posibilidad de suscribir contratos. A diferencia de la firma analógica, permite además identificar un fraude de suplantación de identidad en el momento.
API’s para agilizar pagos de empresas
No es un nombre común para el usuario final, pero cada vez se escucha más. Una API (Application Programming Interface) es una especie de puente entre dos softwares diferentes de dos compañías diferentes. Es una herramienta que permite que dialoguen sistemas de distintas empresas. Una API bancaria permite a terceros utilizar información a la que antes no podían acceder, en un ambiente cerrado, seguro y verificado. No es necesario que una compañía verifique intensivamente a cada nuevo cliente, porque los bancos ya lo verificaron antes. Para el usuario, implica no tener que ingresar cada vez con una clave y poder acceder a más oferta de servicios.
¿Sin dinero en efectivo?
Cada vez hay más alternativas para intercambiar dinero sin necesidad de llevar los billetes físicos. El DEBIN (Débito Inmediato) -que permite que el vendedor vaya a buscar pagos a la cuenta de un comprador-, el botón de pago y el Pago Electrónico Inmediato son algunas alternativas. En todos estos casos no es necesario ni la tarjeta ni los billetes.
¿Con pagos móviles?
Relacionado con lo anterior, también se trata de un nuevo canal de pagos a través del celular, tableta o computadora móvil, con débito y crédito en línea. Para esto existen dos herramientas fundamentales: el POS Móvil, es un dispositivo de seguridad que se conecta al teléfono móvil o tableta para validar transacciones mediante la tarjeta de débito del pagador, y la Billetera Electrónica que permite enviar dinero entre personas a través del celular, bajando una app y cargando por única vez los datos de la cuenta bancaria.