Los contratos están cambiando radicalmente. En la forma tradicional -probablemente la única que conocemos- al estampar una firma hay un garante, un tercero que certifica que el convenio fue realizado en un lugar, en una fecha y que quienes estamparon el sello son personas idóneas, reconocidas. En algunos casos interviene un abogado; en otras, un escribano.
Pero esto está quedando atrás por una forma más sofisticada con el uso de tecnología en el proceso. Estamos hablando de los contratos inteligentes (o smart contracts).
¿Cómo funcionan estos contratos?
Un ejemplo de su funcionamiento podríamos ilustrarlo así: es lo que sucede cuando depositamos monedas en una máquina de bebidas. Si el cliente eligió un agua mineral y depositó el dinero, entonces la máquina entregará la mercadería. Ante determinadas condiciones, se ejecutará una acción de manera automática. Si alguien paga el dinero correspondiente y elige una opción, entonces la máquina entregará un producto.
Alguien confía porque detrás hay un software que responderá ante determinada condición: el contrato inteligente es el programa que posibilita la ejecución; señala que al poner veinte pesos y tocar un botón específico deberá devolver una botella de agua. Y no una de gaseosa.
Algunos casos de uso
Esta idea se está trasladando a funciones más complejas e interesantes que la de la máquina de bebidas. Por ejemplo, en estos casos, los smart contracts ya empiezan a ser de suma utilidad:
- Para herencias: tras verificar la condición de activación (el fallecimiento de un familiar), se repartirán automáticamente los bienes según lo firmado y garantizado previamente.
- Para importar productos: sirve para garantizar que solo se efectuará el pago en el exterior contra entrega de un producto. El dinero queda a resguardo hasta tanto se cumplan las condiciones de ejecución.
- Para casamientos (en realidad, para divorcios): la puesta en valor de un contrato inteligente hace que la división de bienes se ejecute automáticamente ante la finalización de un matrimonio.
Hasta aquí vemos que los contratos inteligentes sirven como un lugar de aceptación de ciertas condiciones que solo se ejecutarán si se cumple determinada acción.
En definitiva, como en la máquina de bebidas, es un programa informático que facilita, asegura, hace cumplir y ejecuta acuerdos registrados. Las plataformas más conocidas son las basadas en Ethereum o la argentina RSK, que está asegurada por la red Bitcoin.
Pero, ¿qué hay en esa red que garantiza que nadie podrá modificar los términos o condiciones de los contratos? Blockchain. Un número infinito de computadoras (que crece cada año) autorizará, replicará y corroborará a la vez que ese convenio tiene validez y registrará la operación de manera transparente en un libro contable digital, sin que esos registros puedan ser modificados (asegurando que se respeten los términos de la herencia, de la importación de productos o de las condiciones de matrimonio).
En la actualidad, muchísimas instituciones financieras están evaluando la viabilidad de los contratos inteligentes como forma de garantizar la transparencia y la operabilidad en distintos tipos de servicios. Y sobre todo para ahorrar costos en las transacciones que redunden en mayores beneficios para los clientes.
Muy buen aporte tu post, me saco de dudas, en Webchain, el sitio donde comence a minar recientemente utilizan estos contratos además de que son resistentes a los mineros ASICS y puede minarse desde un CPU sin recalentarlo porque lo hago mediante una pool.